El amor es cosa de otro planeta

El amor es cosa de otro planeta

viernes, 4 de noviembre de 2011

Fragmento de El amor es cosa de otro planeta.

Un estrecho camino bordeaba el lago como un cinturón ceñido, terminaba en la presa, un lugar silencioso, apartado y solitario, rodeado de árboles: robles y hayas con sus ramas retorcidas, los troncos demostraban su antigüedad, el suelo estaba cubierto por un fino manto de hierba, el sol se colaba entre las frondosas ramas y proyectaba sombras y figuras que se reflejaban en el agua cristalina.
La presa solo era utilizada en el verano en caso de abundantes lluvias para mantener el nivel del lago normal y evitar que se convierta en un peligro para el pueblo. Era una especie de regulador.
El aire de la mañana era fresco, el cielo rojizo en el horizonte límpido anunciaba un día soleado y caluroso.
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Alex miraba como inevitablemente llegaba otra vez el día, sentado en el muelle construido al lado de la presa, solo, pensativo, lamiéndose las heridas, de su alma atormentada, que se habían vuelto llagas, pensado en el pasado ese pasado que parecía estar a millones de años luz. Su hogar, su mundo parecían un sueño, ya casi no recordaba el olor del aire, el sabor del agua. Estaba cansado de tener que esconderse, de temer que los demás lo vieran como un bicho raro, como lo que era un Extraterrestre, diferente.
Y ahora me había encontrado y sentía que yo podía ser aquella persona dispuesta a escucharle, a quererle tal como es… sin prejuicios, sin temerle. Estaba dispuesto a probar a arriesgarlo todo, había decidido contarme su historia, a pesar de que sus hermanos no estaban de acuerdo.
El viento fresco de la madrugada lo trajo de nuevo al presente, se levantó, tenía las piernas entumecidas, el frío le había agarrotado los músculos. Se frotó las manos para calentarlas un poco, lo ojos le ardían, el sol con sus rayos acariciaba tibiamente su piel.
Levantó la mirada, a lo lejos vio una figura menuda, era yo, que poco a poco fui acercándome y así pudo reconocer las líneas de mi figura, la cadencia al caminar, cómo las podría olvidar…

Salí de casa temprano, monté en la bicicleta y me dirigí al lago, necesitaba estar sola, pensar bien las cosas, rodeé el espejo de agua y llegué al muelle, pero ya estaba ocupado. Desde lejos pude ver solo una figura de espaldas vestida de negro, que observaba el lago. Me dio mucha rabia había hecho tanto camino para llegar hasta ahí y ahora tenía que compartir el espacio con un intruso.
–Vaya día. – Pensé en voz alta mientras me bajaba y me acercaba al pequeño muelle de madera. Mis pies golpearon y se produjo un sonido hueco, inicié a caminar y cuando estuve lo suficientemente cerca me di cuenta que el "intruso", era Alex. Cuando estuve a unos cuantos pasos de él se giró y quedó frente mí, me sonrió.
– ¡Buenos días!, ¿Me estás siguiendo? – Habló en tono de broma mientras me lanzaba una mirada cómplice.
–Eh, no, yo este... buenos días – Las palabras se me abarrotaban en la boca y tenía la lengua dormida. Sentí como mis mejillas se teñían de rojo y las piernas se volvían temblorosas. –Pensé que era un buen lugar para pasar un rato sola.
–Te fuiste pronto de la fiesta, luego del brindis te busqué pero no te encontré. ¿Estás bien?
–Sí, claro. (¡Me había buscado!! se había tomado la molestia de buscarme, estaba segura de que le gustaba, yo no pensaba decirle que también le había buscado antes de irme, pero no quería que pensara que estaba desesperada.) Me tuve que marchar, la verdad estaba cansada y me dolía mucho la cabeza.
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Un silencio largo como la eternidad se cernió entre nosotros. Yo me acerqué al borde del muelle y me senté, él hizo lo mismo, cruzó las piernas y se sentó a mi lado, siempre perfecto con su cabello impecable, su rostro limpio ni una sombra de barba, los ojos verdes profundos, tristes, particularmente tristes, tenían un brillo diferente a los de la noche de la fiesta, ya no iluminaban su cara con ese brillo tan especial que les caracterizaba.
Vestía tejanos azules, zapatillas, camiseta blanca de algodón y una chaqueta negra de cuero.
–Espero no haberte ofendido la otra noche solo que… ¿sabes? No he podido olvidarte desde aquel día en el lago. – Su voz sonó como un murmullo. –No puedo sacar de mi mente el latido de tu corazón, el tacto de tu piel, la hermosura de tus ojos. “Mi piaci da morire“ y por más que intento escapar de lo que siento no puedo, es más fuerte que yo.
–A mí me sucede lo mismo, he sentido el latido de tu corazón y tengo la sensación de conocerte de toda una vida. Pero no entiendo que es lo que sucedió en el lago el otro día y luego en el baile, no creo que fuera mi imaginación. Estoy muy segura de las cosas que he sentido… Contigo me siento extraña.










Hola a todos, compartiendo este fragmento de "EL amor es cosa de otro planeta", quiero desearles un muy buen fin de semana. 
Despues de una larga semana de ir y venir, y de mucho trabajo. Detenernos para gozar de las cosas mas simples de la vida como una buena taza de café o un poco de lectura es lo que se necesita. 
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Un abrazo grande

4 comentarios:

Peengler dijo... [Responder]

oommmgg ke lindoooooo....... mega bonito en serio
lo adore n_n

Nyra dijo... [Responder]

Hola linda!.
Paso a saludar y a invitarte a pasar por mi blog a retirar un premio.
http://nyraescribiendo.blogspot.com/2011/11/premios-para-el-blog.html

Besos

J.P. Alexander dijo... [Responder]

Hola nena me alegro que volvieras de la vacaciones te mando un beso y cuídate.

Anónimo dijo... [Responder]

Hola,

Bueno, por aquí ando de nuevo, me he pasado a leer los fragmentos de tu libro para ver más en profundidad de qué trata ^^

Por ahora, a pesar de que la narración en primera persona no es lo mío, me ha gustado la manera en que te expresas y escribes, la forma en la que describes el escenario y los sentimientos de los protagonistas.

He encontrado también algún pequeño fallito en la redacción, temas de puntuación y estructura, pero por lo demás está realmente muy bien escrito.

Te felicito.

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